Hablemos de la depresión

Publicado en 21/11/2022.

Tiempo de leer: 4.3minutos.

Muchas personas con obesidad también sufren de depresión y muchas personas con depresión también tienen obesidad. La alta prevalencia de la comorbilidad depresión/obesidad se asocia con un aumento del sufrimiento y una disminución de la calidad de vida. Pero no solo eso: ambas influyen mutuamente en su evolución, pronóstico y tratamiento. Esto significa que es más difícil tratar la obesidad en un paciente que también sufre de depresión, al igual que es más difícil tratar la depresión en un paciente que tiene obesidad.

Las personas que tienen obesidad y depresión a menudo responden peor a los tratamientos farmacológicos y no farmacológicos de la depresión cuando se comparan con las personas delgadas con depresión. Por lo tanto, es más difícil encontrar un antidepresivo eficaz para un paciente que tiene obesidad y depresión, así como este paciente tendrá respuestas más insatisfactorias a la psicoterapia para la depresión. La obesidad parece interferir no solo en la respuesta terapéutica de la depresión, sino también en su presentación clínica. Pacientes con obesidad y depresión comúnmente presentan cuadros inusitados, atípicos o polimórficos, lo que acaba dificultando el diagnóstico de la depresión y de otros trastornos del humor en quien sufre de obesidad.

La depresión es una condición clínica caracterizada por síntomas centrales o esenciales y por síntomas accesorios, los cuales interfieren en el funcionamiento psicosocial, académico y profesional de quien la padece. Los síntomas centrales de la depresión incluyen la tristeza y la anhedonia, que se define como la incapacidad de sentir placer, y los síntomas accesorios abarcan alteraciones de ritmos biológicos (sueño, apetito y sexualidad), pensamientos suicidas, ideas de menos valor y/o de culpa, pesimismo o desesperanza, disminución de la concentración y disminución de la motricidad. Los pacientes con cuadros depresivos típicos suelen presentar tristeza o sentimientos de vacío (algunos pueden quejarse de irritabilidad) y anhedonia (que se manifiesta subjetivamente como aburrimiento, falta de interés general, falta de motivación o sensación de falta de emociones) acompañados de disminución del sueño, del apetito y, consecuentemente, del peso. Estos pacientes tienen disminución de la libido e ideas tan invasivas de culpa, autodesprecio o de desesperanza, las cuales pueden llevar al paciente al suicidio.

Un gran porcentaje de pacientes con obesidad y depresión desarrollan cuadros depresivos atípicos. Esto significa que, a diferencia de lo que ocurre en la depresión típica, estos individuos suelen presentar aumento del apetito y del sueño. Como consecuencia del aumento del apetito, eventualmente aumentan de peso. Los pacientes con depresión y obesidad pueden no quejarse tanto de ideas de menos valor, de culpa y de desesperanza como lo hacen los portadores de depresión típica. Los pacientes con obesidad y depresión, en su mayoría, tienen mayores posibilidades de reportar síntomas físicos, como falta de energía, apatía, sensación de cuerpo pesado, que, muchas veces, están detrás de la extrema dificultad que ellos suelen tener de iniciar una rutina de actividades físicas y cambios de hábitos de vida, tan importantes para la recuperación de la obesidad.

Otros “disfraces” que puede tener la depresión en pacientes con obesidad son los comportamientos alimenticios disfuncionales, tan frecuentes en quienes tienen sobrepeso. Estos comportamientos incluyen el trastorno por atracón, el síndrome de la alimentación nocturna, la adicción a la comida y la alimentación emocional, los cuales no siempre ocurren de forma aislada. Los pacientes con trastorno por atracón consumen cantidades de calorías mucho mayores que una persona sin esta afección en la misma cantidad de tiempo. El consumo de alimentos en estos pacientes se acompaña de una sensación de pérdida de control y sentimientos de culpa y desmoralización. Los pacientes con síndrome de alimentación nocturna tienen un patrón de alimentación caracterizado por la necesidad de comer después de la cena o durante la noche y la anorexia matutina. Muchas personas con obesidad se dicen adictas a la comida, refiriéndose al comportamiento de alimentación perturbado y muy parecido al que presentan las personas que presentan dependencias de sustancias. El fenómeno de la alimentación emocional ha sido cada vez más discutido en la literatura científica e incluye comportamientos de consumo de alimentos, generalmente calóricos y palatables, con la finalidad de amenizar sentimientos o emociones aversivas, como la ansiedad, el miedo, el aburrimiento, la rabia y la frustración.

El tratamiento de la depresión en personas con obesidad es, por lo tanto, un desafío aún mayor para el profesional de la salud mental. No puede dejar de lado el hecho de que la obesidad es un factor que interfiere, y mucho, en la presentación clínica, en la evolución e incluso en el tratamiento de la depresión.

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