Factores psicológicos después de la cirugía

Publicado en 11/06/2021.

Tiempo de leer: 5.9minutos.

factores psicológicos y psiquiátricos se han asociado tanto con resultados posoperatorios indeseables, como a una pérdida de peso inferior a la deseada y al regreso de la obesidad

La cirugía bariátrica se considera como la mejor opción terapéutica para la obesidad mórbida, ya que promueve la pérdida constante y sostenida del exceso de peso, esto se traduce en una mejor calidad de vida y una reducción de problemas metabólicos como diabetes mellitus, hipertensión arterial e hiperlipidemia.

Sin embargo, los factores psicológicos y psiquiátricos se han asociado tanto con resultados posoperatorios indeseables, como a una pérdida de peso inferior a la deseada y al regreso de la obesidad, así como a cambios en el comportamiento como el abuso y la dependencia de alcohol y otras sustancias[1]Vázquez, V. y J. C. Lopez, “Psicología y obesidad”, Revista de Endocrinología y Nutrición, num. 9, 2001, pp. 91-96.. Para prevenir tales resultados, se recomiendan evaluaciones psicológicas y psiquiátricas minuciosas en los candidatos a cirugía bariátrica. Dichas evaluaciones detectan factores de riesgo psicológico que, por lo tanto, pueden tratarse fácilmente antes de la cirugía, mejorando de forma consistente sus resultados a medio y largo plazo.

Las conductas alimentarias disfuncionales se consideran como principales factores de riesgo para una pérdida de peso menor a la deseada y el regreso posoperatorio de la obesidad. Teniendo como características atracones, alimentación emocional, adicción a la comida y el síndrome de la alimentación nocturna que a menudo se identifica en pacientes con obesidad.[2]White, M., O’ Neil, R. Kolotkin y T. Byrne, “Gender, race, and obesity- related quality of life at extreme levels of obesity”, Obesity Research, num. 12, 2004, pp. 949-955.

Los atracones se caracterizan por episodios de ingesta de mucha más comida o calorías que la mayoría de la gente podría ingerir en el mismo espacio de tiempo. Estos episodios suelen venir acompañados de una sensación de malestar físico y desmoralización. Cuando los atracones son frecuentes o recurrentes, es posible diagnosticar el trastorno por atracón (o Binge Eating Desorder, BED, en inglés).

La alimentación emocional se define como el consumo de alimentos calóricos con el objetivo de aliviar emociones desagradables, como la ansiedad, la tristeza, el tedio, la melancolía y la soledad, muy habituales en contextos interpersonales. Algunos pacientes consumen alimentos apetecibles incluso cuando experimentan emociones agradables, un fenómeno llamado de happy eating o comida feliz. [3]Vázquez, V. y J. C. Lopez, “Psicología y obesidad”, Revista de Endocrinología y Nutrición, num. 9, 2001, pp. 91-96.Es posible que la alimentación emocional y la comida feliz tengan las mismas raíces neuropsicológicas, sin embargo, esta última ha sido menos estudiada por razones obvias.

La adicción a la comida es un concepto aún bastante controvertido entre algunos autores, hay quienes sostienen que ningún alimento tiene una acción específica y directa sobre el cerebro, como el alcohol, la nicotina o la cocaína, pudiendo provocar conductas adictivas. Por eso, no sería posible asegurar que hay personas “adictas” a la comida. Sin embargo, la idea de una adicción a los alimentos ricos en calorías parece, en la práctica, muy atractiva no solo para los médicos, sino también para algunos pacientes, que incluso se identifican como tal.[4]Vázquez, V. y J. C. Lopez, “Psicología y obesidad”, Revista de Endocrinología y Nutrición, num. 9, 2001, pp. 91-96.[5]White, M., O’ Neil, R. Kolotkin y T. Byrne, “Gender, race, and obesity- related quality of life at extreme levels of obesity”, Obesity Research, num. 12, 2004, pp. 949-955.

El síndrome de alimentación nocturna, a su vez, se define por la búsqueda de alimento después de la última comida del día, o durante la madrugada, generalmente acompañada de falta de apetito por la mañana. Parece estar asociado con cambios en los ritmos biológicos que hacen que los pacientes sientan hambre durante la noche y a la madrugada.

Los atracones, la alimentación emocional, la adicción a la comida y el síndrome de la alimentación nocturna pueden coexistir en un mismo paciente y, sin duda, serán obstáculos para una pérdida de peso deseable después de la cirugía. Por esta razón, de antemano, deben identificarse y tratarse con prontitud.

El tratamiento de estas conductas alimentarias disfuncionales suele realizarse con medicación, cuando indicado, y con técnicas psicoterapéuticas. [6]Solvestri, E. A., E. Stavile, Aspectos psicológicos de la obesidad, Universidad Favaloro, s/dLos medicamentos comúnmente utilizados incluyen antidepresivos como fluoxetina y bupropión; anticonvulsivos como topiramato; estimulantes como fentermina; entre otros.

Se pueden utilizar varios enfoques psicoterapéuticos para controlar las conductas alimentarias disfuncionales, pero los más estudiados son los enfoques cognitivo-conductuales y la terapia conductual dialéctica. Las primeras utilizan técnicas de autoobservación, clara especificación de objetivos, resolución de problemas y prevención de recaídas, asociadas a un programa de reestructuración cognitiva, que, en definitiva, consiste en la corrección de falsas creencias asociadas a la obesidad y la pérdida de peso, muchas veces sostenidas por personas con obesidad.

Creencias como “nunca podré adherirme a un programa de cambio de hábitos” o “estar delgado no es para mí” se pueden modificar con técnicas cognitivo-conductuales. La terapia dialéctica conductual se centra principalmente en la autorregulación o, más específicamente, en la regulación de las propias emociones. Ayuda a mejorar el repertorio personal de estrategias psicológicas para minimizar la intensidad de las emociones desagradables y hace uso de la terapia cognitivo-conductual y técnicas de relajación como el mindfulness

Una de las preocupaciones de muchos familiares de pacientes candidatos a cirugía bariátrica es el riesgo de desarrollar problemas relacionados con el alcohol después de la cirugía. Esta preocupación surge de la idea de “sustitución de compulsión”, en la que un paciente “adicto a la comida”, incapaz de comer después de la cirugía, comienza a consumir bebidas alcohólicas, y al cabo de un tiempo, convirtiéndose en un dependiente de alcohol.

La evidencia sobre el mayor riesgo de desarrollar dependencia del alcohol en personas que no tenían tal problema antes de la operación es frágil y la población con el número más alto incluye a hombres jóvenes que ya tienen problemas con el alcohol y uso recreativo de otras sustancias antes de la cirugía.

Existen numerosos factores psicológicos que pueden poner en riesgo el éxito de la cirugía bariátrica.[7]Solvestri, E. A., E. Stavile, Aspectos psicológicos de la obesidad, Universidad Favaloro, s/d Afortunadamente, los profesionales de la salud mental son cada vez más capaces de identificar y tratar las afecciones psicológicas y conductuales asociadas con mayor frecuencia a resultados desfavorables, tanto en relación con la pérdida de peso como en relación con la aparición de conductas indeseables en el postoperatorio.

Referencias

Referencias
1 Vázquez, V. y J. C. Lopez, “Psicología y obesidad”, Revista de Endocrinología y Nutrición, num. 9, 2001, pp. 91-96.
2 White, M., O’ Neil, R. Kolotkin y T. Byrne, “Gender, race, and obesity- related quality of life at extreme levels of obesity”, Obesity Research, num. 12, 2004, pp. 949-955.
3 Vázquez, V. y J. C. Lopez, “Psicología y obesidad”, Revista de Endocrinología y Nutrición, num. 9, 2001, pp. 91-96.
4 Vázquez, V. y J. C. Lopez, “Psicología y obesidad”, Revista de Endocrinología y Nutrición, num. 9, 2001, pp. 91-96.
5 White, M., O’ Neil, R. Kolotkin y T. Byrne, “Gender, race, and obesity- related quality of life at extreme levels of obesity”, Obesity Research, num. 12, 2004, pp. 949-955.
6 Solvestri, E. A., E. Stavile, Aspectos psicológicos de la obesidad, Universidad Favaloro, s/d
7 Solvestri, E. A., E. Stavile, Aspectos psicológicos de la obesidad, Universidad Favaloro, s/d

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